DOSSIÊ TEMÁTICO: "RISCOS E DESASTRES SOCIOAMBIENTAIS"

Vulnerabilidades e incertidumbres entre el desarrollo y el Buen Vivir: Riesgo social en zona petrolera

Vulnerabilidades e incertezas entre o desenvolvimento e o Bem Viver: Risco social na zona petrolífera

Vulnerabilities and uncertainties between the development and the Good Living: Social risk in an oil production zone

Ana Murgida 1
Universidad de Buenos Aires (UBA), Brasil

Vulnerabilidades e incertidumbres entre el desarrollo y el Buen Vivir: Riesgo social en zona petrolera

Vértices (Campos dos Goitacazes), vol. 23, núm. 1, 2021

Instituto Federal de Educação, Ciência e Tecnologia Fluminense

Este documento é protegido por Copyright © 2021 pelos Autores.

Recepción: 07 Octubre 2020

Aprobación: 09 Marzo 2021

Resumen: Desde la óptica de la antropología del riesgo y los desastres investigamos la producción y consolidación de sucesivas vulnerabilidades en la construcción social del riesgo por contaminación industrial en el norte de la cuenca hidrocarburífera de Neuquén, en la Patagonia Argentina. El caso de la comunidad mapuce Nehuen Kura es el eje del análisis que integra histórico-procesualmente diferentes aspectos de la vida de las comunidades ubicadas en entornos degradados incluso, hasta una condición de "zonas de sacrificio". Caracterizamos los efectos directos de las intervenciones extractivistas en el medio natural y construido, así como aquellos derivados de las normas estaduales que acompañan el modelo de desarrollo y de acceso a los bienes comunes por comunidades originarias y empresas extractivistas. Desarrollamos una etnográfica crítica y empleamos estrategias metodológicas múltiples para revelar las formas de control -o su ausencia- ante el desastre lentamente generado, así como las expresiones culturales de sufrimiento relativas a los efectos del desastre y del riesgo. Esto permite vislumbrar variables cualitativas e indicadores para incorporar la subjetividad a través de la categoría de "sacrificio" que acompaña las estrategias adaptativas locales. De este modo generamos una contribución a los debates acerca de la definición y usos de la vulnerabilidad social en el marco del riesgo de desastre que acompaña los proyectos de desarrollo.

Palabras clave: Vulnerabilidad, Construcción del Riesgo, Silencio, Hidrocarburos, Patagonia.

Resumo: Desde a perspectiva da antropologia de risco e desastres, pesquisamos a produção e consolidação de vulnerabilidades sucessivas imbricadas na construção social de risco de desastre causado pela contaminação industrial no Norte dos campos petrolíferos da província de Neuquén na Patagônia Argentina. O caso da comunidade mapuce Nehuen Kura é o eixo de análise que integra histórica- e processualmente diferentes aspectos de vida das comunidades localizadas em ambientes degradados às vezes até em uma situação de "zona de sacrifício". Caracterizamos os efeitos diretos das intervenções extrativistas nos ambientes naturais e construídos, e também os efeitos das normas estaduais que acompanham o modelo de desenvolvimento, e do acesso aos bens comuns para as comunidades originárias e as empresas extrativas. Desenvolvemos uma etnográfica crítica e usamos estratégias metodológicas múltiplas, para demonstrar as formas de controle - ou sua falta - frente ao desastre lentamente gerado, assim como as expressões culturais de sofrimento relacionadas aos efeitos do desastre e do risco. Isso permite perceber variáveis qualitativas e indicadores para incorporar a subjetividade através da categoria do sacrifício, o que acompanha as estratégias de adaptação locais. Desse modo geramos uma contribuição para as discussões em torno da definição e dos usos da vulnerabilidade social no quadro dos riscos de desastre que acompanham os projetos de desenvolvimento.

Palavras-chave: Vulnerabilidade, Construção do Risco, Silêncio, Hidrocarbonetos, Patagônia.

Abstract: From a perspective of the anthropology of risk and disasters, we investigate the production and consolidation of successive vulnerabilities that occur during the social construction of risk through industrial pollution in the northern oilfields of the province of Neuquén in Argentine Patagonia. The case of the Mapuce community of Nehuen Kura provides the line of analysis which integrates in a historical manner the different life aspects of communities in environments degraded, at times, to a condition of a "sacrificial area". We describe the direct effects of extractive intrusions on the natural and constructed environment, as well as the effects of State directives that derive from prevailing models of development and access to common goods by aboriginal communities and extractive industries. We develop a critical ethnography and employ multiple methodological strategies to reveal the forms of control -or its absence- in the face of the slow and steady generation of a disaster, and expose the cultural expressions of suffering caused by the effects of disaster and risk. This allows us to detect qualitative variables and indicators that permit the integration of subjectivity through a category of "sacrifice" which accompanies local adaptive strategies. In this way, we contribute to the discussion on the definition and uses of social vulnerability as it relates to the disaster risk associated with development projects.

Keywords: Vulnerability, Construction of Risk, Silence, Hydrocarbons, Patagonia.

1 Introducción

Cuando la amenaza implica el fenómeno de la contaminación, el buen vivir va quedando relegado junto a los derechos humanos relativos al disfrute de un ambiente seguro, saludable y sostenible; particularmente cuando no encontramos correlación entre la producción de amenazas, con la experiencia institucional para anticiparse o prevenir desastres, así como tampoco medidas para reducir la vulnerabilidad de las poblaciones expuestas dentro de un modelo de desarrollo que amplía la gama de opciones para apropiarse y utilizar los bienes naturales.

La noción de vulnerabilidad social en el marco de los estudios de riesgo de desastre, se refiere a las características socioculturales, económicas y políticas de una comunidad e individuos, que se combinan con fuerzas político-económicas y ambientales contextuales, determinando la capacidad de movilizar estrategias ante amenazas sociales, tecnológicas y biofísicas (GARCIA ACOSTA, 2005; OLIVER-SMITH, 2002).

Coincidiendo con las reflexiones de la antropóloga Das (2008), parece naturalizado que, en el caso de los riesgos de contaminación, la población los debe tolerar como condición para sobrevivir, mientras el Estado y los mentores de la implementación de dispositivos para producir riqueza y energía en nombre del futuro se apropian, además del territorio, del sufrimiento de quienes son reclasificados una y otra vez en función de proyectos y modelos de producción. El fenómeno es reconocido tanto por las poblaciones locales expuestas, como por organismos internacionales, de los cuales participan muchos de los países que reconocen el derecho humano a un medio ambiente sano en sus normativas nacionales tales como constituciones, leyes nacionales, jurisprudencia, e incluso mediante la firma de acuerdos regionales. Pese a ello, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (EL MEDIO…, 2019) destaca que “la mayoría de la población mundial está expuesta, sin su consentimiento, a sustancias y desechos peligrosos que aumentan la probabilidad de desarrollar enfermedades y discapacidades a lo largo de la vida”, por lo que a nivel global, la implementación de las medidas necesarias para reducir el riesgo o directamente, revertir la vulnerabilidad social, dista del ideal de justicia y equidad necesarios para garantizar este derecho. La intervención en ausencia de consulta se practica de hecho, como cuando quedan involucrados territorios de Comunidades Indígenas y según artículo 169 de la Organización Internacional del Trabajo, debe realizarse la “consulta previa libre e informada”.

La contaminación es un proceso totalizante que involucra todos los medios y bienes: aire, agua y suelo, a las personas expuestas y el colectivo social, ya que comprende, con profundidad temporal, cambios en la organización de comunidades, modificaciones en la cotidianeidad, en las disposiciones al actuar y los modos de percibir la propia vulnerabilidad. Nos interesa abordar procesualmente desde la antropología, la construcción social del riesgo en el marco de un sistema de desarrollo extractivista en Rincón de los Sauces, Departamento Pehuenches, situada dentro de la cuenca hidrocarburífera neuquina y parte de la región conocida como Vaca Muerta. Considerando que en esa zona la degradación ambiental y la vulnerabilidad son críticas, podemos así hablar de desastre como manifestación de un modelo de desarrollo sesgado, conducido con procesos insostenibles (LAVELL; MASKREY, 2014; WISNER, 2016).

En el caso que nos ocupa, el riesgo por contaminación en la zona rural y en la trama urbana de Rincón de los Sauces, se observa una construcción permanente y continua de riesgos con impactos cotidianos en los cuerpos de quienes habitan el territorio, en la aptitud para el uso del suelo, pero también en los bienes comunes derivando en la limitación de modos de producir tradicionales como la crianza de animales y las prácticas agrícolas y en la calidad del agua para consumo humano. También ocurren impactos súbitos tal como los incendios y los derrames de petróleo que hacen visible el fenómeno de la contaminación en el acceso a agua segura para consumo humano urbano y rural, para riego y abrevadero del ganado.

Las formas que reviste ese proceso gradual y generalizado van variando a través del tiempo, con una tendencia constante que es el incremento de la vulnerabilidad de la población y con lógicas políticas reproductoras de contradicciones. Con ello referimos a la larga duración, que incluye procesos antecedentes a la inserción de la industria petrolera en la zona mencionada.

El fenómeno que nos convoca es reconocido institucionalmente por la Secretaría de Ambiente de la provincia de Neuquén y por las empresas que operan en la cuenca hidrocarburífera. Sólo tomando en cuenta los últimos años, estos actores sociales señalan que entre 2015 y 2018 hubo 3.368 "incidentes ambientales", con un promedio aproximado de dos derrames diarios (ARANDA, 2019). La forma de consignarlos es a través del registro que realizan las empresas, o a partir de denuncias de integrantes de las comunidades rurales cuyos miembros recorren el campo en seguimiento de sus animales. Pero cada incidente o evento contribuye al fenómeno total que entendemos como proceso. La degradación de los suelos y la contaminación de los bienes naturales del presente, es parte del curso de la historia a partir de la constitución del Estado Nacional, primero con la apropiación y distribución de tierras para producción agropecuaria, y más tarde con la exploración hidrocarburífera. Ambos hechos, como políticas de Estado, profundizaron la vulnerabilidad social resultante de crecientes procesos de desigualdad social, constituyendo amenazas permanentes para diversos sectores de población originaria, criolla y extranjera. Los procesos “originarios” fueron la apropiación del territorio y su posterior distribución, en función de objetivos económicos de grupos sociales porteños, mientras quedaban sumergidos en silencios institucionales las lógicas productivas y vínculos solidarios entre pobladores y entre éstos y la naturaleza, al no impactar en balanzas comerciales.

1.1 Aspectos conceptuales

En este trabajo abordamos el riesgo socioambiental, las catástrofes y las situaciones críticas, desde la perspectiva antropológica y los definimos a partir de Susanna Hoffman y Anthony Oliver-Smith (2002, p. 4) quienes destacan la doble condición de evento y proceso, que combina un agente potencialmente destructivo del entorno natural alterado o construido y una población en condiciones de vulnerabilidad producida social y económicamente.

El énfasis sobre el análisis de la vulnerabilidad lo situamos en la intersección de dos enfoques teórico-conceptuales del subcampo del riesgo y los desastres. Estos comienzan a gestarse en las décadas de los ochenta y noventa con el enfoque de la construcción social de riesgos y el enfoque de la vulnerabilidad. Como lo señala García Acosta (2005, p. 23), ambos enfoques parten de los aspectos sociales que configuran los desastres, colocando fuertemente en cuestión el determinismo de la idea -que aún mantiene vigencia- acerca de que los desastres son naturales.

El enfoque de la construcción social de riesgos está asociado al análisis de la percepción del riesgo culturalmente construida (DOUGLAS, 1996; DOUGLAS; WILDAVSKY, 1982). Mientras que el enfoque de la vulnerabilidad (nombre acuñado por Kenneth Hewitt en 1997) se concentra más en la producción socioeconómica y política de desigualdades que configuran las condiciones que determinan el grado de los efectos ante la presencia de una amenaza. Si bien ambos enfoques consideran la idea de proceso histórico, las diferencias son analíticas al definir, cada investigador, los componentes del sistema socioambiental así como el recorte espacio-temporal que se priorizan para comprender (i) la generación de las transformaciones materiales vinculadas a políticas de desarrollo, (ii) los cambios en las percepciones de los grupos sociales involucrados en situaciones de riesgo, (iii) las formas de identificar y clasificar las amenazas en el presente y en el futuro, (iv) las estrategias colectivas y organización social para lidiar con los riesgos y desastres.

Desde nuestra perspectiva y de acuerdo con Altez (2016, 2019), la investigación de procesos históricos recupera las narrativas de distintos actores sociales, muchos de ellos institucionales. Sobre esto se lleva adelante una interpretación crítica de los procesos político-económicos y sociales que contribuyen a la construcción histórica de las vulnerabilidades e incluso inician procesos de vulneración o vulnerabilización del otro. El análisis holístico de riesgos y desastres, nos conduce a considerar los resultados de estudios que provienen de las ciencias exactas y naturales para incorporar el entendimiento analítico y técnico sobre factores físicos con potencial de peligrosidad (la producción de amenazas en términos físicos). El aporte etnográfico crítico permite comprender cómo se articulan económica-política y socialmente los agentes que participan en la construcción y reproducción de los riesgos y las vulnerabilidades. Este camino permite avanzar en la problematización de los efectos más o menos permanentes que invaden todas las esferas de la vida, de la organización social y del medio natural y construido (ALTEZ, 2016; BARRY, 2015; DAS, 2008; GARCÍA ACOSTA, 2018; MURGIDA et al., 2016; OLIVER-SMITH, 2002; 2017; ULLOA, 2014).

… el riesgo y por tanto los desastres, dependen sobre todo de las condiciones sociales y que es la sociedad y no la naturaleza, la que decide quiénes tienen una mayor exposición física y social a las amenazas de la naturaleza [y tecnológicas] […] El desastre depende así del orden social, de las relaciones cotidianas con el entorno y de las condiciones históricas más amplias (GARCÍA ACOSTA, 2018, p. 11).

Como afirma Altez (2019), los desastres son “ventanas críticas” que, si bien se revelan a través del evento desastroso, nos permiten sumergirnos en las relaciones sociales que dan vida al proceso de producción material de amenazas y de la “construcción social del riesgo”. Éstas resultan de la confluencia de factores naturales, tecnológicos, de organización social, estrategias adaptativas y modelos de desarrollo, que en su combinación generan estados críticos y de incertidumbres (DOUGLAS, 1996; GARCÍA ACOSTA, 2018; HACKING, 2001; LAVELL, 2000; OLIVER-SMITH, 1995).

Nos resulta interesante el concepto de “estrategia adaptativa” empleado por autores como L. Bartolomé (1985) en el marco de un estudio sobre relocalizaciones forzadas ante la construcción de la represa hidroeléctrica Yaciretá, un conjunto de obras civiles realizadas entre Argentina y Paraguay y el trabajo de V. García Acosta (2006) analizando los aspectos socioculturales ante amenazas hidroclimáticas y cambio climático. Tomamos las estrategias adaptativas como un recurso analítico que nos posibilita ajustar el nivel de los instrumentos conceptuales al de los fenómenos que se pretende estudiar (BARTOLOMÉ, 1985, p. 80). Considerando que se trata de elementos de la cultura construidos a lo largo de generaciones, que se crean, adoptan y transforman para enfrentar las amenazas, manejar el riesgo y confrontar desastres actuales y potenciales. Estas “se expresan en comportamientos, memorias y prácticas específicas” (GARCÍA ACOSTA, 2006, p. 40) y las redes sociales que garantizan la dinámica de relaciones de reciprocidad para compartir e intercambiar conocimiento, bienes y servicios entre grupos sociales.

Históricamente en el marco de procesos y obras de desarrollo entra en juego el campo sociopolítico creando situaciones de excepción, que justifican violencias por parte del Estado y que imponen dolor y sufrimiento a los actores sociales locales de los territorios intervenidos. En estos contextos las estrategias adaptativas comienzan a perder eficiencia al disminuir la "productividad" debido a procesos de degradación de los elementos del medio, poniendo en riesgo la supervivencia.

Si bien la efectividad reducida de las estrategias adaptativas tradicionales se puede mensurar en relación con estudios técnicos como aquellos que abordan las características socioeconómicas, demográficas, productivas rentables, capacidad del suelo, entre otros; estos estudios dejan de lado aspectos subjetivos de las condiciones bajo las cuales se produce y se distribuye el “sufrimiento” al tiempo que se construye el riesgo (DAS, 2008, p. 444).

La antropóloga Veena Das en sus reflexiones sobre sufrimiento social, por ejemplo en la catástrofe de 1984 cuando el escape de gas de una planta química causó la muerte inmediata de miles de personas, analiza el modo en que se impone la “censura en las narrativas” de los “acontecimientos dolorosos”, del mismo modo que a las estrategias y formas culturales “para la transmisión de ese tipo de acontecimientos” (DAS, 2008, p. 410). Al respecto nos resulta interesante explorar de qué manera dolor y sufrimiento individual o de una comunidad se pueden comunicar en primera persona, y cómo desde fuera de la situación se puede reconocer o negar. Veena Das propone identificar la “condición de sufrimiento” y las maneras en que históricamente se genera “un daño físico a cuerpos colectivos, y cómo la violencia moldea la subjetividad” (DAS, 2008, p. 155). Esta cuestión la analiza comparativamente entre casos históricos que comparten la violencia material y simbólica como el holocausto, el genocidio, el apartheid, la esclavitud, riesgos de contaminación química; casos que describe como catástrofes donde las instituciones del Estado inciden en las relaciones sociales históricas donde se apela a bases clasificatorias de las personas en base a principios de mercado, de raza, de clase que se imponen en nombre de un proyecto de sociedad en el futuro (DAS, 2008; DOUGLAS, 1996).

En el fenómeno de contaminación confluyen la lenta generación y el evento súbito que dan lugar a “zonas de sacrificio”. La noción de zona de sacrificio es ampliamente empleada tanto en sentido positivo como negativo, para caracterizar a las áreas que concentran actividades contaminantes y comunidades humanas marginalizadas (MARTINEZ-ALIER, 2015) entre otros. El concepto fue acuñado durante la década de los setenta, para señalar los efectos de largo plazo de actividades extractivistas mineras. Se apoya en los objetivos de uso de la tierra, las características del sitio a ser explotado, de la tecnología, y con ello a la (im-) posibilidad a largo plazo de rehabilitar una zona ecológica degradada (UNITED STATE OF AMERICA, 1974).

De acuerdo con los significados y valoraciones que se dan a la vulnerabilidad social, los riesgos y desastres “se decide” la jerarquización de eventos o procesos para las instituciones gubernamentales de control. Cuando se inclina por el evento quedan sumergidos los componentes culturales y subjetivos de la vulnerabilidad, como “el sufrimiento” que se naturaliza a través de un largo proceso de generación de inequidades, expresado en normativas y políticas públicas con lenguajes que reflejan intereses estaduales y privados. Por ello, en los contextos de riesgo, la condición de vulnerabilidad, como dice Oliver-Smith (2002), recae sobre una población socioeconómica y culturalmente marginalizada conducida a una situación percibida y vivida como una sucesión de interrupciones en satisfacción de las necesidades individuales y sociales tanto para la supervivencia física, como para el orden social y los significados sociales.

En las secciones siguientes trazamos de manera histórica el desarrollo desde las primeras intervenciones materiales y simbólicas del estado nacional, en nombre del progreso y del desarrollo, en la tenencia y uso de las tierras, dando cuenta de dos etapas de avance, la primera cuando se aprovechan los elementos del medio natural como recursos superficiales para la actividad agropecuaria, y una segunda etapa, en la cual se explotan los recursos subterráneos. Enfatizamos las percepciones y vivencias de los diferentes actores sociales acerca de la vulnerabilidad social, así como las estrategias institucionales oficiales y las territoriales ante los cambios económico- sociales precipitados por la exploración petrolera, hasta los efectos desastrosos de las contaminaciones repetidas, cotidianas y a la degradación ambiental social resultante en zonas de sacrificio caracterizados por la contaminación de suelo, agua y aire, y la erosión y compactación de suelos. Documentamos la acumulación de vulnerabilidades e incertidumbres sociales a través de registrar como se construye el sufrimiento de las poblaciones en diferentes momentos históricos en correlación con los dispositivos institucionales a través de los cuales se impone. Quedan destacadas las estrategias comunitarias como el silencio, en tanto respuesta de una población dependiente y subordinada a la economía petrolera, y a las restricciones institucionales para hacer sus reclamos. Damos cuenta de la fuerza de la organización social, expresada en movilizaciones en defensa del ambiente y de los derechos humanos, que permiten integrar diferentes sectores de la sociedad con intereses y necesidades culturales y ambientales frente a la continuidad de una actividad que se revela contradictoria con el buen vivir por su huella de degradación de todos los bienes comunes, aire, agua, suelo y organización social. Finalmente se presenta la propuesta de incorporar aspectos subjetivos (actuales e históricos) que hacen a la construcción de la vulnerabilidad y del riesgo como aporte a la discusión nacional e internacional acerca de las formas de definirlos y analizarlos.

2 Metodología

La construcción de este trabajo se realiza aplicando el enfoque antropológico del riesgo de desastres, que comprende una mirada histórico – procesual sobre la producción de amenazas, la construcción material y simbólica del riesgo, su aceptabilidad y la construcción de la vulnerabilidad social.

Para ello a través de la investigación etnográfica atendemos a la perspectiva de los actores para explorar las diferentes dimensiones de la vida sociocultural y mirar detrás del desastre y de la vulnerabilidad presente. El trabajo etnográfico es al mismo tiempo concepción y práctica del conocimiento que nos permite indagar en la conformación y transformación de las estrategias materiales y simbólicas en la producción del riesgo, su aceptabilidad y las formas de resistirlo.

En esta línea de trabajo aplicamos herramientas etnográficas durante tres años de trabajo de campo en la comunidad Newen Kura compuesta por 25 familias que habitan en el área rural y en la trama urbana. Esta forma parte de la Zonal Xavunko de la Confederación Mapuce de Neuquén y en la ciudad de Rincón de los Sauces. Durante cuatro estadías a lo largo de tres años en la comunidad mapuce, realizamos veinte entrevistas abiertas y en profundidad, así como entrevistas informales en encuentros ocasionales en los recorridos por el campo y en las ciudades.

A partir de las entrevistas con autoridades mapuce de diferentes niveles de territorialidad, reconstruimos sintéticamente la forma de organización social y política. Las familias mapuce se encuentran agrupadas en lof o comunidades que son el sujeto de derecho definido por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas. Poseen una autoridad política el logko, que puede ser hombre o mujer. La cabeza de la comunidad es electa por los integrantes de la misma cada dos años, junto a dos autoridades subordinadas a éste, el inan logko y el werken o vocero de la comunidad quien se encarga de los aspectos administrativos y de comunicación. Esta organización se repite en estructuras mayores que agrupan a varios lof o comunidades denominadas Zonal, en este caso trabajamos junto a la Zonal Xavunko y todas las zonales se articulan en la Confederación Mapuce de Neuquén.

Mapa de Exposición a explotación petrolera y sismicidad. Comunidades Newen Kura y Campo Maripe
Figura 1.
Mapa de Exposición a explotación petrolera y sismicidad. Comunidades Newen Kura y Campo Maripe
Fuente: Elaboración propia. Instituto Nacional de Prevención Sísmica (2019). Recorrido territorial (2017-2019)

En el procesamiento del material, reconstruimos un corpus narrativo que refleja el proceso histórico de las transformaciones, al cual articulamos con el análisis de la literatura histórica, gris, y medios de comunicación. En este recorrido procedimental, la historia de vida del Logko fue el hilo conductor que inspiró el trabajo y nos permitió estructurar todas las entrevistas realizadas.

Los resultados de dicho procesamiento fueron correlacionados con los cambios en las políticas de desarrollo implantadas en los territorios, con los análisis históricos de la región, con los informes oficiales y aquellos encargados por la comunidad para comprobar el estado de sus tierras y su ocupación territorial. Prestamos atención a las formas institucionales de clasificar a las personas y los bienes comunes, explorando los efectos culturales en la trama de relaciones sociales, y en las formas de organización social para resistir las violencias y los dispositivos para hacerles frente.

3 Resultados

A través de desarrollar la investigación etnográfica logramos explorar detrás del desastre y de la vulnerabilidad presente. Para ello, privilegiamos nuestro trabajo con una de las familias más antiguas de Rincón de los Sauces, integrante de la comunidad Newen Kura de adscripción mapuce. La relevancia de esta comunidad radica en que habitan un entorno contaminado, que algunos de sus miembros se mantienen con una producción de subsistencia en el territorio, y otros de sus miembros se encuentran habitando en la trama urbana y empleados en actividades de la industria petrolera.

Los relatos del logko de la comunidad de más de 90 años de edad, y otros miembros más jóvenes, nos han permitido comprender los cambios en el medio, en las amenazas, en las formas de organización para producir en el territorio, las estrategias adaptativas locales ante las diferentes políticas de Estado y dispositivos de apropiación del territorio, de los bienes comunes. El desarrollo de la investigación nos conduce a develar contradicciones históricas que componen de manera acumulativa la vulnerabilidad y modificaciones en las conductas para sobrevivir y enfrentar amenazas. Los recorridos por la bibliografía histórica puesto en relación con el trabajo etnográfico revelan dos etapas centradas en las formas de valorizar los bienes comunes como recursos desde el Estado y las empresas privadas, en primera instancia como recursos superficiales y en la segunda como subterráneos. En ese marco, hemos tomado nota de las regularidades derivadas de las ideologías inscriptas en la clasificación gubernamental de las personas, de sus conductas, de su cultura y como ello sumerge a los habitantes locales; especialmente a quienes detentan adscripción étnica; en procesos de incertidumbre y riesgo permanente.

3.1 Territorio para producir y producción de contaminación

En la revisión histórica de los avances del Estado sobre los territorios en busca de valorizar los recursos superficiales, encontramos en una primera etapa, la exploración e identificación de potenciales actividades productivas. Las primeras “desposeciones” operaron a través de la expansión de prácticas extractivistas como la ganadería extensiva, en el marco de políticas de “poblamiento” que implicaba la “instalación” de criollos1 y extranjeros con permisos de ocupación, apelando al pago del arrendamiento de tierras y de permisos de pastaje. En ese momento, algunos de los habitantes originarios eran reducidos en comunidades marginales cuando no se los desplazaba de manera forzosa a otras provincias o a estancias privadas como mano de obra esclava o servidumbre (BLANCO, 2016; MURGIDA et al., 2016).

Paralelamente, con el descubrimiento del primer yacimiento petrolífero en Comodoro Rivadavia, hacia 1907, el poder ejecutivo nacional comienza la promoción de la actividad a través de un régimen de zonas de reserva y de concesiones de explotación que fue variando en sus énfasis, pero en ningún caso tomó en cuenta a las poblaciones locales, salvo como potencial mano de obra para la industria en sus diferentes fases (hecho que la política interpretó como traer primero el progreso, y más tarde en los años sesenta, el desarrollo).

3.2 El pasado en el presente y en el futuro

Los relatos de informes oficiales de época que rescatamos a partir de la literatura histórica, suelen consignar información asociada al proceso de poblamiento según las normas del Estado Nacional. De este modo, los historiadores académicos, son quienes develan la ideología que los recorre, dando cuenta que la mención “permitida”, para caracterizar a los pobladores se relacionaba con aquellos que producían mercancías para las empresas de la burguesía nacional, y con ello para la exportación (BLANCO, 2016, 2018). De esta manera, la ideología centrada en que la civilización se asocia racialmente a lo blanco, solo aceptaba la denominación de puesteros y de criollos, invisibilizando las identidades de los pueblos originarios y fundamentalmente su cultura.

Rincón de los Sauces era un paraje ubicado a orillas del río Colorado, caracterizado por una gran cantidad de sauces criollos que se divisaban a gran distancia. Morrisoli (1983 apudHERNÁNDEZ, 2015) lo identifica como poblado alrededor de 1905 cuando comenzó la habilitación de tierras por parte del Estado Nacional. Por esos años había solo casas dispersas, y para aprovisionarse debían viajar a la cabecera del Departamento de Pehuenches, Buta Ranquil (en Mapudungun: grandes pasturas), donde había casas de ramos generales.

El logko de la comunidad, don Faustino Molina de 96 años, nos relata continuidades y cambios en su propia vida como puestero y cómo líder de la comunidad mapuce Newen Kura. Al relacionar la literatura histórica con sus relatos y los de otros de los integrantes de la comunidad, podemos comprender los cambios socioeconómicos y ambientales. Así revelamos de qué manera éstos inciden “…en las creencias, en los comportamientos en respuesta a la alteración de circunstancias, para mejorar las condiciones de existencia, incluyendo un sentido cultural de la vida” (OLIVER-SMITH, 2017, p. 208) o nada más ni nada menos que para la supervivencia.

3.2.1 Qué es ser puestero en este contexto

Se definía como puesteros a quienes habían sido reasentados en el territorio para trabajar la tierra y criar animales, y que comenzaron a instalarse en la zona a partir de la primera catástrofe patagónica, el genocidio que llevó adelante el Estado Nacional sobre los pueblos originarios. Como sobrevivientes de la misma, los mapuce se re-asientan en zonas clasificadas como de producción marginal, donde los rasgos de su cultura quedan silenciados bajo pena de castigos sociales o violencia institucional.

Hija del logko- Se creen muchos que porque sos mapuce hay que dejar a un lado. (…) Muchos no lo entienden y no lo quieren respetar. Si tenemos reunión y nos vestimos como mapuce, nos van a mirar de costadito.

El silencio pasa a ser una estrategia adaptativa de los adultos portadores de los saberes y las memorias, que les permite sobrevivir y persistir en los márgenes del territorio, consecuentemente, interrumpiendo el proceso de transmisión de conocimientos tradicionales, entre ellos el saber lidiar con los riesgos que caracterizan la región tal como inundaciones, sequías, nevadas.

Entre los eventos catastróficos que encontramos en la literatura histórica de la región y en informes oficiales se menciona la gran inundación en norpatagonia de 1914 que afectó a los habitantes de la cuenca del río Colorado, especialmente a aquellos situados en la costa. El origen geofísico e hidrológico ha sido el colapso del dique natural del río Barrancas en época de deshielo, incrementando la velocidad de la corriente que arrasó pueblos y haciendas. El fenómeno es referido como catastrófico en diarios de la época y en la bibliografía, mientras que el logko recuerda que

Logko - los antiguos, ellos sabían que se tenían que ir hacia las zonas altas, a las bardas para salvarse, y que por eso se salvaron la mayoría de los pobladores de la zona de Rincón de los Sauces y Pata Mora.

Desde las memorias que pasaron de generación en generación, se destaca el conocimiento tradicional, pese a que el fenómeno tuvo una magnitud inusitada y había arrasado con campos sembrados, viviendas y comercios, se habían logrado contabilizar alrededor de doscientos muertos en toda la cuenca, además de interrumpir la circulación del ferrocarril. Tan es así que, para la historia, dicha inundación es “la gran inundación” que incluso apareció en medios de comunicación de tirada nacional en aquellos años, alertó a diversas instituciones acerca de la dificultad de dar respuesta inmediata ante una catástrofe semejante, y se impulsó el estudio hidrogeológico de las causas del fenómeno desastroso (HERNÁNDEZ, 2015; LA INUNDACIÓN…, 2018).

Esta misma línea ideológica “civilizatoria” y de “progreso” guiaba la clasificación de las tierras entre aptas y no aptas para la agricultura y ganadería, la productividad de los suelos era atribuida a la clasificación de las conductas de los pobladores en términos de obstaculización o de impulso hacia el futuro (BLANCO et al., 2018) que se reflejaba en los resultados de su trabajo.

Antiguo Logko de la comunidad-Un año se perdió la producción del campo por las heladas que fueron muy fuertes, me dijeron que eso era porque era holgazán, y que no sabían cómo podía titularizar la tierra si no la trabajaba como debía.

Se colocaba especial énfasis en identificar aquellos que “no reúnen las condiciones para contratar con el Estado” el arrendamiento de las tierras o tramitar permisos de pastaje en tierras fiscales. Quienes no reunían los requisitos acentuaban la incertidumbre y la vulnerabilidad, pues se transformaban en “intrusos” pasibles de ser desalojados de la tierra que ocupaban, en el marco de las nuevas normas y del sistema burocrático del Estado (BANDIERI, 1993). Estas formas institucionalizadas de clasificar y nombrar a los pobladores que llegaron a esas tierras en busca de medios de subsistencia, los dejan sumidos en una incertidumbre permanente que superaba en cuanto a su carácter amenazador, a los peligros hidroclimáticos que formaban parte del ambiente en el que quedaban confinados.

La ideología que impregna los instrumentos burocráticos logra destacar patrones de conductas que se repiten en todos los territorios y constituyen mecanismos justificatorios del despojo, tales como la extorsión privada acompañada de la ayuda policial (BLANCO et al., 2018; MURGIDA et al., 2016) y como respuesta adaptativa, el silencio de los habitantes frente a las fuerzas históricas oficiales que ponderan el sacrificio de los otros como proyección de un futuro de progreso.

El “sacrificio” de la población más pobre y vulnerable se materializaba a través de arrendar tierras fiscales en áreas de productividad marginal, y enfrentar deudas impagables entre pequeños crianceros o productores agropecuarios; subordinándose ante quienes poseían capacidad de pago, la construcción de la valorización de la tierra que trabajan otros por un salario que cambiaban por mercaderías en las tiendas o con intermediarios comerciales itinerantes.

Logko de la comunidad - [En ese tiempo] El dinero, la plata no se consigue. Acá la plata no se consigue. Acá se vivía de lo que usted tenía. Antes hacía trigo, maíz. Valía eso, valía las plumas del avestruz, y de eso habían muchos pájaros. Entonces, qué pasaba, iban al campo, hacían trampas, teníamos chivos porque son más duros, le sacaban el cuero y todo se lo vendía a los turcos. No nos daban plata, todo lo cambiaban por mercadería. […] Antes, cada puestero vendía desde 50 corderos para arriba, algunos llegaban a 100. Pero todo eso iba pa Chile nada para acá. […] antes que se asentara YPF […]. el cuero, la lana se vendía, se entregaba a Buta Ranquil que era un pueblo chiquitito con dos negocios. Era el pueblo más cerca y estaban los turcos y los rusos allá. Pero ahora no, nada de nada.

En este período, las referencias al clima aparecen en el marco de la idea de progreso, cuando se realiza la clasificación del territorio en cuanto a su potencial productivo y rentable. Sin embargo, en esta clasificación, se incluye una caracterización de los pobladores en función de su productividad indicando las inclemencias del tiempo que debían enfrentar, “[…] los que se vieron obligados muchas veces a efectuar largas jornadas bajo la nieve soportando las más bajas temperaturas y pasaron otras tantas al borde del precipicio para llegar hasta su hogar […]” (BLANCO, 2016, p. 61).

Los ocupantes con permiso, al asentarse formaban parte de un contrato. El Estado entrega tierras, el puestero entrega algo que posee y sobre lo que tiene control, su fuerza de trabajo. La vulnerabilidad se expresa en los cuerpos de los integrantes de la comunidad o unidad familiar frente a la amenaza, que queda asociada a las hostilidades climáticas o de las presiones para asegurar el acuerdo. Para mitigar esa situación, cada puestero debe mostrar un resultado que honre el acuerdo. Ello consiste en permanecer en el territorio ocupado con permiso, pagar por el uso de la tierra, y tener cierta rentabilidad para sobrevivir y conseguir dinero para pago de deudas.

3.3 Ampliación del desarrollo: hidrocarburos

La etapa de avance de la exploración petrolera sobre Patagonia fue conducida por el Estado Nacional desde la División Minas, Geología e Hidrología del Ministerio de Agricultura a través de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Las exploraciones que se hicieron desde los años treinta en la costa del río Colorado despertaron expectativas en la población del área de Rincón de los Sauces, pero especialmente a partir de las campañas de la década de los sesenta. Quienes recorrían la estepa y los cerros eran ingenieros que contrataban a los puesteros como baqueanos (habitantes locales conocedores de los caminos y atajos de un terreno).

Logko de la comunidad -son muestras que se hicieron en medio del Cerro, se tomaron muestras. Fue ahí donde estaba la comisaría un poquito para arriba por el faldeo. Nosotros trabajábamos con el ingeniero que se llamaba Eduardo.

El departamento de Pehuenches, para la segunda mitad del siglo XX, era uno de los que poseía más alto porcentaje de tierras fiscales respecto al total, habiendo muy pocas propiedades en venta, y distintos grupos pagando permiso de pastaje para tareas ganaderas (BLANCO, 2016, 2018; HERNÁNDEZ, 2015).

En su nueva avanzada el Estado ya no llevaba inspectores para clasificar a los ocupantes del territorio por su productividad, sino que se les solicitaba documentación probatoria oficial de la propiedad o permiso de ocupación de las tierras. El valor de la superficie y su forma de ocupación, quedaba subordinada al potencial estimado de los “recursos subterráneos”. La interacción evidencia las dos lógicas distintas de validación, la del Estado cuyo eje es el documento escrito y rubricado, y la del poblador mapuce y del criollo, cuya validación es a la palabra dicha, la oralidad.

La organización social tradicional se veía resentida por los cambios estructurales que se imponían en nombre del desarrollo y la soberanía de los recursos, ahora no sólo superficiales, sino subterráneos.

Logko- Me vine armando de animales, que es lo que hoy en día voy teniendo. Pero no solo eso. Sino también trabajaba en la empresa [YPF]. El otro hijo [el hermano del logko] tenía ya 14 años en la empresa. Pero después fueron abandonando todo y se fueron a morir en Rincón (en la trama urbana) y yo me quedé, no me fui nunca de acá.

Las decisiones individuales ante los nuevos contextos forman parte del repertorio cultural disponible, que en estas regiones hostiles consistía en la combinación del trabajo en los puestos con emplearse al llegar las empresas y comenzar las actividades de explotación en las tierras de crianza, pero son visualizadas como una oportunidad laboral viable. Si antes debían desplazarse muchos kilómetros para trabajar en fincas del Alto Valle, ahora la demanda de mano de obra es próxima a sus viviendas y puestos. El silencio identitario se mantiene como estrategia adaptativa de supervivencia y de empleabilidad. Pero según los relatos, la palabra no dicha “es resistencia pero no olvido”.

El proceso social que acompaña la producción petrolera, encabezada por YPF, se organizó hasta la década de los setenta por un modelo de gestión que implica la creación de pueblos con casas, atención de la salud y escuela para los hijos de los trabajadores, aeropuerto para los empleados que se trasladaban periódicamente. Rincón de los Sauces como Municipio, se funda en 1971, surge a partir de la expansión del caserío preexistente, que creció con la llegada de trabajadores desde diferentes lugares del país y desde Chile (PALOMO, 1989; PÉREZ, 2019). Al mismo tiempo, atrajo a los jóvenes de las áreas rurales (mapuces y criollos) que pasaron a ser empleados de la actividad petrolera, combinando ambas tareas, pero “muchos terminaron abandonando la vida en las comunidades y puestos”, rentando viviendas para una radicación en la incipiente ciudad.

En esta etapa, la idea civilizatoria y de progreso se impone en nombre del desarrollismo. Las fluctuaciones de productividad rural, dependientes de los ciclos húmedos y secos de la estepa, pasan a ser identificadas como amenazas e incertidumbre de cara al futuro. Como consecuencia, cuando movilizan sus capacidades para emplearse en la industria petrolera, aunque en los relatos aparecen como estrategias individuales, en realidad se basan y se expresan en un hecho social colectivo que redefine las dinámicas productivas y simbólicas tradicionales.

La creciente población urbana y periurbana de Rincón de los Sauces se fue organizando en torno a la empresa petrolera y las nuevas aéreas de servicios, lo cual implicaba una forma de producción e interacción diferente de la tradicional, donde el dinero es el elemento de cambio fundamental, reemplazando, paulatina pero dramáticamente los intercambios de mercaderías de años anteriores. Las producciones rurales rápidamente se encontraron diezmadas en brazos para trabajar con la tierra y con los animales, además limitados por la reducción de los espacios de circulación para la trashumancia, que requiere del traslado de ganado entre zonas de veranadas e invernadas, con recorridos entre la costa y los cerros para buscar agua y pasturas.

Logko- ¡Ah, eso es el cambio de pasto. Cuando llega el otoño ya no queda nada acá! entonces tenemos que sacarlo pa otro lado, entonces cuando volvemos y llega la primavera ya están los brotes de nuevo en los troncos.

Logko- La veranada en la parte de la Cordillera, ahora no hay ningún puestero, están todos en la cordillera. Es donde están las vertientes. Casi todos los años de mi vida que yo organizo manejo los animales del puesto hay pariciones, del 20 de septiembre más o menos. Las pariciones son donde tenemos agua, ahí por las vertientes. Porque allá hay pasto.

Rincón es un territorio identificado hoy con la actividad hidrocarburífera como eje del modelo de desarrollo, donde la apropiación simbólica del territorio se construye de manera diferencial, en relación con las formas de apropiación de los bienes naturales. Esto produce una marcada diferenciación entre el desarrollo vivido y el desarrollo planificado, ya que la contaminación que afecta la salud, amplifica los riesgos hidrogeológicos históricos, se modifica la productividad de las tierras, la articulación de lazos comunitarios y la solidaridad necesaria para producir en el ámbito rural. La zona urbanizada tuvo un crecimiento acelerado, pasando “de un puñadito de cientos de habitantes a miles, hoy dicen que son más de 20.000” como nos cuenta el logko2. La vida urbana, como relatan miembros de la comunidad que residen en la ciudad, tampoco resulta tan promisoria, especialmente cuando no son trabajadores calificados y ya no cuentan con posibilidad de completar su economía doméstica con la producción en el campo.

El problema de la contaminación se inserta en el sector energético. A nivel nacional el tema energético es relevante pues la matriz nacional se sustenta principalmente en la producción hidrocarburífera. Esta provee el 90% de la energía primaria que se consume en Argentina. Los ciclos de aumentos o disminuciones de la producción de petróleo y gas se relacionan con fenómenos tales como las demandas interna e internacional, además el precio del petróleo en el motor para activar o no las inversiones en la producción. Los aspectos problematizados desde las instituciones gubernamentales en su conjunto, forman parte de la planificación estratégica y estructural a nivel país. Los espacios locales donde se desarrollan las exploraciones y explotaciones de petróleo y gas, son lugares a ser poblados, lugares de generación de empleo.

Sin ahondar en los detalles podemos mencionar que las diferentes leyes relacionadas a la cuestión hidrocarburífera desde 1910 a la fecha reflejan intereses de diferentes actores sociales que participan en alguna etapa de dicha industria desde la exploración hasta la producción y comercialización. Están especialmente centrados en los mecanismos de distribución y apropiación de la renta para gobiernos nacional, provincial, municipal, empresas privadas, empresa de bandera y aquellas subsidiarias de las actividades del sector. El debate osciló históricamente entre considerar a los bienes subterráneos recursos nacionales o provinciales para garantizar la autonomía del abastecimiento, pero en realidad se profundiza su commoditización y aumenta la privatización de las concesiones (BLANCO et al., 2018). En este marco, la década neoliberal de los noventa ha sido crucial. “Sus efectos se arrastran con la profundización del modelo de acumulación que consolida como fracción del capital económicamente dominante y políticamente hegemónico al capital privado extranjero más altamente concentrado y centralizado, vertical y horizontalmente integrado”, a través de alianzas entre empresas privadas entre las cuales, YPF, la empresa de bandera es una sociedad anónima abierta (CERRETANI, 2015).

La fragmentación entre múltiples empresas configura también una forma particular de territorialización de la actividad, ya que cada empresa posee su modalidad de gestión y de interacción con las instituciones gubernamentales (BLANCO et al., 2018; CERRETANI, 2015). Esta forma atomizante de la política pública se replica en el territorio cuando los habitantes rurales vulnerabilizados, se ven obligados a efectuar sus reclamos o denuncias ante aquellos que producen los peligros. El Estado se mantiene ausente salvo en los casos en que escala el conflicto, o directamente las instituciones gubernamentales se constituyen como adversarios de los reclamantes, aliándose a las empresas a través de la judicialización de los más vulnerables. Situación que se mantiene pese a los debates sociales, académicos y políticos como los que se reflejan en los pedidos de informes al poder legislativo nacional y provincial, entre los que se destaca el pedido de informes al poder ejecutivo sobre diversas cuestiones relacionadas con los pasivos ambientales de las empresas YPF S.A., REPSOL YPF S.A. (ARGENTINA. CDi, 2013).

Los problemas de salud que la población atribuye causalmente a la contaminación, resultan difíciles de vincular con las fuentes y los contenidos de la polución. Parafraseando a Auyero y Swistun (2007) abundan las dudas y errores en sus narrativas sobre los efectos nocivos de la polución sobre la salud. Estas dudas perduran en el tiempo por la ausencia de estudios epidemiológicos o de salud ambiental, y la no inclusión de los pobladores en diálogos intersectoriales sobre ambiente y salud. Además, los daños en la salud de los habitantes de las zonas contaminadas se individualizan a través de la responsabilidad de cada uno de ellos de buscar la asistencia médica. Cuando en realidad, la vulnerabilidad social es colectiva, y se profundiza por efectos no controlados de la contaminación. Esta individualización de la responsabilidad sobre la salud es una de las formas de silencio impuesto a través del sacrificio de la permanencia en los territorios contaminados, mientras esperan el pleno reconocimiento de la tenencia de la tierra.

Aunque no es el propósito centrarnos en las características específicas de los problemas que acarrea la contaminación en la salud, reflejamos que pese a la escasa disponibilidad de informes nacionales y provinciales, accesibles públicamente, existe información internacional que da cuenta de la condición de riesgo y vulnerabilidad que implica la exposición de la población a la cercanía de instalaciones petroleras consideradas fuente de las amenazas.

O'Callaghan-Gordo, Orta-Martínez y Kogevinas (2016) estiman que 638 millones de personas, en países de ingresos bajos y medianos, habitan áreas rurales cercanas a los reservorios de petróleo convencionales. Los autores hallaron once estudios que examinan los posibles efectos sobre la salud de las comunidades expuestas a la industria petrolera. Diez de ellos se llevaron adelante en la Amazonía ecuatoriana y peruana y uno en el delta del Níger. Aquel desarrollado en el Níger reporta una mayor frecuencia de síntomas neurológicos, hematológicos y de irritación en los habitantes de una comunidad donde la principal fuente de agua potable está contaminada con productos de petróleo refinado, en comparación con una comunidad vecina. Entre los estudios de la Amazonía, se discrimina entre trabajadores afectados a la limpieza después de derrames que presentan síntomas como fatiga, irritación respiratoria y ocular y dolores de cabeza. También se identifican abortos espontáneos entre mujeres de comunidades expuestas; se encontró niveles variables de plomo en sangre entre niños y adultos indígenas según la distancia del lugar de residencia a los campos petroleros. El riesgo de cáncer se ha observado constantemente en personas expuestas a derrames de petróleo. Mientras que los vertidos de aguas producidas en el proceso industrial, en ríos y arroyos, generan efectos negativos sobre el desarrollo, el crecimiento y la respuesta inmunitaria de las especies analizadas. La quema de gas natural en los campos petroleros, conduce a la exposición a compuestos orgánicos volátiles dañinos para la salud global de las personas. Otros estudios hacen referencia a problemas neuronales y en relación a ruidos y vibraciones, destacan la generación de trastornos psicológicos con impacto también en el ganado (ADGATE; GOLDSTEIN; MCKENZIE, 2014; MERLI, 2018). Los problemas reportados por la bibliografía internacional en cuanto a descripciones y sintomatología coinciden con los relatos de los habitantes entrevistados en las comunidades de la cuenca hidrocarburífera neuquina.

3.4 La palabra y de palabra

El desarrollo y el progreso llegaban a la zona de Rincón de los Sauces con la instalación de los primeros pozos petroleros. El Estado Nacional junto a la empresa de bandera YPF organizaron las campañas técnicas y de difusión para atraer mano de obra e involucrar más a quienes ya estaban incorporados en las actividades propias de la actividad petrolera. Por ello, durante el proceso final de exploración y con la apertura del primer pozo, se comenzaba a instalar servicios e infraestructura básica en la cabecera urbana de la localidad. Los puesteros imaginaron que podrían expandir su actividad a partir de los diálogos sostenidos con los ingenieros.

Logko- me pedían permiso. Y con la condición de que no traficaran en vehículos grandes. Nada más que la camioneta que recorría alrededor.

Los puesteros imaginaron un futuro cercano menos sacrificado, en el que no tendrían que viajar para obtener dinero, sino que les venderían mercaderías a YPF para alimentar a sus trabajadores, e incluso podrían emplearse en la empresa. De igual forma veían como un signo positivo que se generaran acuerdos de palabra, y que les solicitaran su permiso antes de instalar los pozos en sus tierras e incluso que los bautizaran con el nombre de la persona que allí se encontraba.

Logko -tenía un tío que era Hernández y se instaló acá en esta parte. Cuando las empresas llegaron, estaba nuestro tío que figuraba acá, entonces como era Hernández le pusieron Puesto Hernández. Y aquella zona donde están la familia Molina le pusieron Puesto Molina. Pero el origen es toda una unidad conjunta. Lo mismo hicieron en otras comunidades. Entonces lo que es territorio de comunidad, lo fueron dividiendo en yacimientos y le fueron poniendo a cada yacimiento el nombre Arambuena, Puesto Hernández, Puesto Molina, Agualaserra…

Las “negociaciones” eran de palabra, entre los ingenieros y los puesteros, la mayoría de ellos analfabetos. El valor de la “palabra” era percibido de manera diferencial entre los actores del intercambio y por tanto del cumplimiento o incumplimiento del acuerdo:

Hija del Logko- Cuando se hizo YPF, después de entrar YPF, la gente todos eran amigos, todos eran buenos amigos. Había comida y había de todo pero mi papá se quedó en la calle, sin nada. Porque uno quería uno o querían otro y mi papá le daba. Uno quería un chivo, otro quería esto, y nadie le pagaba, todo le sacaron, vivían a costa de mi papá. Estaban comiendo de favor de él, y nunca le devolvieron nada, al contrario. Lo dejaron viviendo debajo de una carpa, como siempre le digo yo. Todos comían a costa de mi papá y mi papá no se daba cuenta. Mi papá siendo uno de los más ricos, con YPF se quedó sin nada.

El engaño que seguía a las “negociaciones de palabra” se fue haciendo ostensible con el correr de los años, cuando las modificaciones en el paisaje comenzaron a mostrar efectos no deseados. Las prácticas para producir y habitar, al tiempo que lidiaban con fenómenos climáticos como nevadas, crecidas, sequías y fuertes vientos, se vieron limitadas por los cambios introducidos por la industria a partir del apisonamiento del terreno, el desmonte de los sauzales y de las alamedas. Todas estas prácticas abrieron paso a procesos de degradación y erosión. También surge la dificultad de circular por las huellas tradicionales debido a que quedaron atravesadas por zanjas y caños. La circulación de grandes vehículos inicialmente era vista como amenaza ya que atropellaban animales de crianza y autóctonos y además cuando circulaban por las tierras de pastaje los ocupantes de los vehículos robaban animales. Todo ello se fue incrementando con el tiempo. A medida que la actividad se intensificaba, el goteo petrolero por perdida de las cañerías ya no eran eventos aislados, sino que comenzaban a ser cotidianos y se extendían en los campos secando las pasturas, infiltrándose y contaminando el agua. Lentamente las estrategias adaptativas tradicionales de subsistencia dejaron de ser efectivas. Los riesgos producidos por la industria petrolera eran totalmente nuevos y demasiado persistentes.

El paraje, devenido en pueblo y luego en Municipio, tenía jurisdicción sobre el área urbana y rural. Realizar una intervención en el territorio implicaba pedir permiso a las autoridades. Los puesteros y las autoridades locales lo seguían haciendo “de palabra”, ya sea por la falta de normas claras o incluso por desconocimiento. El resultado de la negociación podía ser la aprobación o denegación del permiso, según quien lo solicitara.

Paradójicamente, las intervenciones que buscan hacer los “puesteros” en el territorio son controladas y limitadas, mientras que aquellas realizadas por la industria petrolera directa y la de empresas subsidiarias se acepta, denominando las zonas y áreas degradadas, como “zonas de sacrificio”. Esto refiere a lugares que no podrán ser pastoreados por el riesgo que presentan para la ganadería, y porque que “…han perdido su capacidad productiva como pastizal natural” (MERLI, 2018). En el proceso, aunque se instituye el Municipio como autoridad, los pobladores no se incorporan como sujetos de derecho.

Con el avance de la actividad, dicen los habitantes del campo y de la ciudad, “esta zona se convirtió en un hormiguero de pozos”.Dicho avance permite poner de manifiesto que, en simultáneo, la actividad “ganadera” fue perdiendo campos de pastoreo (MERLI, 2018). Incluso, como nos relata el Inal Logko de la comunidad, puede haber pasturas y de buena calidad entre pozos, pero allí las vibraciones que se producen en el suelo ahuyentan a los animales. Estas observaciones de los propios integrantes de las comunidades, actualmente son mencionadas por estudios agronómicos y de impacto ambiental realizados por privados, universidades y por el propio municipio (PEREYRA et al., 2013, p. 28-33).

Otros cambios de tipo hidrogeológico que se suceden y se hacen cada vez más notorios, son los observados en las zonas altas donde están las vertientes usadas por los animales en verano cuando van a pastar. El movimiento constante del suelo modifica el escurrimiento del agua por las grietas de las rocas, cambiando su curso o directamente secando las vertientes usadas tradicionalmente:

Logko A - […] se van mermando las aguadas o que el agua se va derivando en otros lugares, y que no hay agua para los animales, que es ese el punto. En el verano se seca todo. Esas vertientes, años atrás, abastecían para 700 animales.

Logko B - Eso es porque, con el peso del vehículo, el peso de la máquina – el movimiento- y el terreno blando, llega a un cierto nivel y abre donde va pasando el poquito de agua, entonces, ese poquito de agua, como el terreno es blando, se desvía por otro lado, se va pa otro lado, se va pa arriba o se va pa abajo, pa donde tiene blandura y perdemos lo que quedaba. Cada pozo que hacen o cada explotación que hacen, hacen que las aguas se deriven, o se cambien, o se corten.

Frente a estas realidades, la participación institucionalizada de integrantes de la Comunidad en la Confederación Mapuce de Neuquén, no solo dio visibilidad a los reclamos territoriales, sino que fue un paso que alentó a la problematización de cuestiones ya naturalizadas como el “sufrimiento” de estar habitando en una “zona de sacrificio”, y como “el silencio” obturando la memoria y apropiándose del futuro (DAS, 2008).

La objetivación del sufrimiento, a través del proceso de contaminación ambiental, se apropia de los cuerpos en nombre del sacrificio de los pioneros en un principio, pero que es el precio de la supervivencia o de un mejor pasar económico. Toda “naturalización” eterniza un conjunto de relaciones y su contenido: obligatoriedad, antagonismo, enfrentamiento, reciprocidad. En este caso hay una acumulación de todas estas naturalizaciones y el silencio se actualiza en cada contexto, suponiendo que así se reduce el riesgo individual:

Miembro de la comunidad y empleado petrolero - Lo que pasa es que hay un problema grave acá en Rincón. Que el pueblo prácticamente se mueve a través del petróleo. Y la familia vive a través del petróleo […] Están todas amenazadas a la hora de hablar... vos hablas y te quedas sin trabajo. Entonces cuando uno va a hablar de la contaminación del petróleo nadie va salir a apoyarte porque al que sale lo marcan después […]

La negación del efecto o los efectos de la contaminación, de dejar el territorio para emplearse en la empresa, implicó e implica un proceso transaccional ya que el silencio se cierra sobre sí mismo con un nuevo significado, mantener el empleo, pero con el mismo efecto sobre sus cuerpos y sus vidas cotidianas.

Miembro de la comunidad y empleado petrolero - la gente que… bueno a la gente la amenazan y está asustada, no saben qué hacer a veces. Nosotros que estamos en nuestro trabajo… llegan a decir que yo soy de la Comunidad y van a decir: "ah, mirá, él es de la Comunidad y cuando […]ve un derrame va a llamar por teléfono". Entonces yo no me identifico de nada. Ponéle un caso que haya un derrame… sí, llamo, pero me voy por ahí y que ellos vengan (autoridades de la provincia) y vean qué se tiró, de qué forma se puede arreglar, cómo pueden sacar la tierra empetrolada, en cuánto tiempo van a limpiar. […] Contaminan y todo y encima a veces nos dejan sin agua.

La redefinición de los márgenes del silencio, que otrora era para continuar en su territorio, actualmente es para seguir trabajando en la empresa, opera en ambos casos como estrategia para una inclusión vivida como necesaria. Estos silencios y la necesidad aludida, incorpora la lógica opresiva que desde finales del siglo XIX insta a inscribirse desde las categorías con las que se los nombra en las estructuras económicas y políticas de las asimétricas relaciones sociales.

3.5 Entre silencios

La década de los noventa, no obstante la ideología neoliberal y privatista, fue escenario de fenómenos que incorporaron en la agenda pública la problemática ambiental y la de los pueblos originarios, por lo menos de manera formal. Esto queda expresado en instrumentos legales e institucionales. Incluso, con motivo del quinto centenario de la llegada de los españoles a América, se generalizaron y visibilizaron debates y protestas de indígenas en todo el continente. En la provincia de Neuquén los actores sociales tales como sindicatos, partidos, organizaciones sociales, Iglesia, se articulan en reclamos y demandas al gobierno por los efectos socioeconómicos de las políticas neoliberales. El pueblo mapuce participaba desde diferentes roles en la movilización social, visibilizando los resultados de un proceso reorganizativo que se remonta hasta la década de los setenta a través de diferentes experiencias, algunas de ellas bajo tutela eclesial. El crecimiento de la organización mapuce es paralelo a la defensa de territorios frente al avance de las acciones políticas de diferentes gobiernos, entre ellas las privatizaciones (AIZICZON, 2014). De esta manera los movimientos sociales, instalan en la agenda política provincial la reivindicación identitaria a través del proceso de recuperar el pasado común, imprimiendo una nueva dirección a su memoria, recuperando las voces en un proceso histórico marcado por silencios y sufrimientos (DAS, 2008). Este proceso reduce la vulnerabilidad social, por cuanto los silencios individuales se transforman en voces colectivas y se articulan con otras organizaciones sociales y políticas.

En este período, entre los reclamos políticos y económicos emergen las denuncias por contaminación del aire, el suelo y el agua causados por fallos y descuidos en los procedimientos de la actividad hidrocarburífera y de los organismos de control del Estado. Por ese tiempo la Asociación de Superficiarios de la Patagonia (ASSUPA) instaló en el debate político la relación entre los problemas territoriales y ambientales, destacando que los problemas del ambiente “trascienden los límites individuales” (PONEN…, 1998). Por ello, impulsaron acciones colectivas reclamando por procesos y eventos contaminantes generados por las empresas petroleras. Esta situación cobró visibilidad en el territorio y en los medios de comunicación bajo el marco de un nuevo paradigma que toma en cuenta la problemática ambiental.

Entre los eventos que marcan el inicio de acciones de la población frente a los hechos de contaminación, en el Departamento de Añelo, a pocos kilómetros de Rincón de los Sauces, se destaca el caso de Gabriel Cherqui, autoridad de la comunidad Kaxipayn, quien solicitó la interrupción del embarazo de su esposa por un caso de anencefalia, que junto con especialistas de la salud, entienden que está vinculado con la contaminación del suelo y del agua. A partir de ello se articula su reclamo y acción judicial con el apoyo de la Confederación Mapuce de Neuquén y de otros colectivos neuquinos.

En Loma de la Lata, donde se encuentra el importante yacimiento gasífero -explotado en aquel momento por la empresa Repsol-YPF-, los integrantes de las comunidades mapuce Kaxipayiñ y Paynemil fueron parte de un estudio epidemiológico encargado en 1996, por la Subsecretaría de Salud, que reveló que sus integrantes presentaban “exceso” de metales pesados en la sangre (RADOVICH, 2017). Hasta ahora no encontramos datos disponibles acerca del estado de la salud de los habitantes urbanos ni rurales expuestos a la polución.

En este contexto, la provincia seguía consolidando su perfil productivo hidrocarburífero al mismo tiempo que emergía el problema de agotamiento del recurso subterráneo. El gobierno provincial, desde el Consejo de Planificación y Acción para el Desarrollo, comenzó a explorar la diversificación productiva, buscando incorporar el modelo agroindustrial (ARGENTINA. COPADE, 1997). Ello enfrentó a las autoridades a la realidad de las condiciones de los bienes comunes, con lo cual la contaminación quedó expuesta y se constituyó en un condicionante para la reconversión productiva.

En el diario La Nación de marzo de 1997 difunden información sobre la catástrofe por contaminación en el río Colorado, cuando se vertieron miles de litros de petróleo crudo provocando la interrupción del servicio de agua potable y de riego en Rincón de los Sauces, y en otras localidades de La Pampa, Neuquén y Río Negro (EL RÍO…, 1997). Este desastre movilizó al Ejecutivo de Neuquén para convocar a la realización de un estudio que fue conducido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo "Emergencia ambiental, hidrocarburos, compensación y desarrollo sustentable en la provincia de Neuquén".

Los resultados del estudio fueron dados a conocer un año después. El relevamiento en el suelo y el agua dio cuenta que los eventos o incidentes, poseían las características de catástrofe y que formaban parte de un proceso de largos años de vertidos de contaminantes al río y de infiltraciones en el suelo y napas freáticas, que afectaban a las poblaciones costeras rurales y urbanas. El evento y su difusión mediática evidenciaban la gravedad de la situación ya que quedó comprometido el acceso a agua segura. Pero se invisibilizaba que la población rural se abastecía (y se abastece) para consumo humano, riego y abrevadero de las aguas del Río Colorado.

Hubo dos respuestas del Estado ante el efecto que generó la divulgación de los resultados del informe. La primera fue la creación de un “Programa de Relevamiento y Monitoreo en la Cuenca”, en el marco del cual se instalaron 24 estaciones de muestreo sobre el río con la apertura de una oficina en la ciudad de Rincón de los Sauces para ejercer la actividad en su territorio según queda consignado por el Comité Interjurisdiccional del Río Colorado (ARGENTINA, 2011). Lo monitoreado fue en aras de mantener las producciones de los campos irrigados por el río, pero no se focalizó en restablecer la salud ambiental de Rincón de los Sauces, exponiendo la idea subyacente de “área de sacrificio”. Nuevamente, se aborda el fenómeno de contaminación sin considerar la vulnerabilidad de la población y de su producción. La segunda fue la articulación entre las mismas empresas que produjeron los derrames y el Municipio para la construcción de una planta de cloración y decantación que solucionaría los problemas de los habitantes de la trama urbana. En el proceso no se incluyeron los habitantes y productores rurales.

“A través de varias puebladas, la gente exigió poner fin a la polución del río y de los campos cercanos. Es que una vez agotado el recurso [petrolero], el futuro de la región dependerá únicamente de la producción agrícola. Los rinconenses también pedían solucionar el problema de suministro de agua potable…” (CREARON…, 1997). No obstante los anuncios, los habitantes continuaban desconfiando, en particular lo denunciaba en aquel momento la Organización de Madres en Defensa de la Vida Patagónica, ya que el agua se toma de pozos con solo 12 metros de profundidad, ubicados a 50 metros del río Colorado, situados muy cerca de los yacimientos. (Recién en 2018 se inicia la construcción de la planta potabilizadora).

Todos los casos fueron resonantes, y las acciones de las comunidades y unidades familiares rurales así como de las poblaciones urbanas comenzaron a mostrar la toma de conciencia, ya no sólo de los sufrimientos y sacrificios a los que estaban siendo expuestos, sino también de la potencialidad del reclamo colectivo como estrategia frente al riesgo.

En el año 2013 el Municipio de Rincón de los Sauces solicitó un estudio centrado en el análisis ambiental y de riesgos potenciales, orientado a planificar el ordenamiento territorial de manera sustentable. En el informe se reportan principalmente procesos naturales ocurridos o potenciales. Allí dan cuenta de la convivencia de fenómenos naturales y antrópicos que actúan como amenazas y definen contextos de riesgo: inundaciones e inestabilidad de pendientes por remoción en masa, la degradación del paisaje, de la vegetación y de los suelos, junto con los incendios, la contaminación de aguas y suelos. Los autores también mencionan otros factores como anegamientos por ascensos freáticos, erosión fluvial, carcavamiento, sismos y vulcanismo (PEREYRA et al., 2013, p. 3, 60-70; RAMIREZ-ESPAÑA; SCHOFRIN, 2020).

No obstante las pruebas obtenidas por científicos y técnicos desde mediados de los noventa, las autoridades ejecutivas y políticas continúan una misma línea discursiva estigmatizante de los discursos de quienes comprenden su vulnerabilidad ante la contaminación de los bienes comunes. Estos, califican las respuestas sociales como “irracionales y emotivas”, y que en tanto agrupaciones militantes “son minorías intensas que en Neuquén confluyen con las organizaciones aborígenes más radicales, coincidiendo con ellas en el rechazo a las jerarquías y a las formas modernas de conocimiento y organización social” (SAPAG, 2015, p. 233 apudRADOVICH, 2017, p. 91).

La constante ausencia de respuestas a las demandas sociales, naturaliza la contaminación, y niega las voces que desde diferentes espectros del espacio social dan cuenta de la complejidad y multicausalidad de la amenaza, así como de las dimensiones del desastre actual.

A pesar de los avances en cuanto a conocimiento de las amenazas y de los efectos en las poblaciones, la dependencia económica de la localidad de la actividad petrolera, genera contradicciones en los enunciados que describen la vulnerabilidad de sus habitantes rurales y urbanos. Con ello se pondera la apuesta al crecimiento de la actividad, y actualmente se incorporan exploraciones para aplicar la técnica del fracking, minimizando la pérdida de la biodiversidad, la contaminación y las inequidades, que sumarán muy probablemente los sismos, al repertorio que compone el riesgo y el desastre.

4 Discusión

La problemática del riesgo y los desastres está ganando énfasis e interés y su teoría ha avanzado al tiempo que se incorporan los debates de agendas globales y nacionales. El análisis de la construcción social del riesgo, está asociada con la percepción, vulnerabilidad y desigualdad en el marco de modelos de desarrollo, así como de las estrategias adaptativas y la incertidumbre. Al mismo tiempo la antropología, se enfoca en capturar experiencias culturales y subjetivas que pueden resultar refractarias a los análisis convencionales que caracterizan la mayoría de los informes técnicos privados u oficiales y artículos científicos que fundamentan lineamientos que rigen agendas internacionales y nacionales, y marcos legislativos.

En el análisis desarrollado, problematizamos la noción de “zona de sacrificio” con la que se caracteriza a las áreas que concentran actividades contaminantes y comunidades humanas marginalizadas. El concepto se emplea para indicar los efectos de largo plazo de actividades extractivistas mineras, y por un lado se supone que sus impactos podrían ser revertidos al menos parcialmente con el empleo de la tecnología, para lograr una rehabilitación del medio degradado. Pero, en el contexto de nuestro análisis, la zona de sacrificio es la conclusión lógica (y muchas veces final) de un proceso impulsado por ideologías del progreso y del desarrollo bajo una hegemonía industrial-energética que resultan en la marginalización de los conocimientos y modos de vida de la población originaria y de sus territorios. Las posiciones críticas acerca del concepto y sentidos de “zona de sacrificio” resignifican la noción, destacando que las prácticas extractivistas constituyen la negación de lo ecológico, cultural y humano. De este modo se va instalando que la idea detrás de esta naturalización del impacto niega los efectos socioculturales y económicos locales y regionales de resignar permanentemente el uso productivo originario de las tierras “sacrificadas” en pos de desarrollos productivos nacionales.

El análisis de la vulnerabilidad que desarrollamos toma en cuenta como apoyo para la construcción de conocimiento las características socioeconómicas, demográficas, productivas que se ponderan en los informes de diagnóstico oficiales disponibles. A través de implementar un análisis etnográfico histórico procesual integramos los conocimientos mencionados, con el de la construcción de las relaciones sociales que establecen, en diferentes momentos históricos, los actores sociales entre sí, con el medio natural y con las innovaciones tecnológicas extractivistas.

En la secuencia histórica relevamos las estrategias adaptativas desarrolladas para la satisfacción de necesidades e intereses. Para ello consideramos la incidencia de la incertidumbre proyectada en las acciones que modifican la realidad material y los universos simbólicos significativos que vulnerabilizan o incrementan la vulnerabilidad social de los actores sociales territoriales.

En nuestro trabajo queda de relieve la propuesta de Veena Das de poner atención en las denegaciones y obstáculos que generan los grupos de poder cuando una comunidad intenta recuperar su memoria e incorporarla en su imaginario colectivo luego de una catástrofe tal y como los etnocidios o la contaminación derivada de procesos y accidentes industriales. Al explorar causalmente la conformación de las relaciones sociales, se van explicitando las dominancias y subordinaciones respecto del establecimiento de las normativas que regulan la organización de la sociedad local, e incluso los mecanismos a través de los cuales se permite “[…] ejercer el poder [el derecho] de hablar” (DAS, 2008, p. 409). A partir del análisis realizado, recuperamos el potencial de los “mecanismos institucionales para ejercer o negar el derecho a hablar y participar” como categoría de análisis, y como aporte para incorporar en el contexto de planificación del desarrollo a la gestión integral del riesgo de desastres, especialmente para enfocar la prevención.

Entre las estrategias adaptativas, -es decir las prácticas que garantizan la reproducción social en diferentes ambientes y ecosistemas-, el silencio es parte de las respuestas colectivas de grupos vulnerables en pos de la supervivencia. Cuando éste se mantiene a lo largo de décadas y hasta centurias, queda claro que la imposición de intereses de la visión hegemónica desarrollista obtura las narrativas que permitan la transmisión cultural y la memoria colectiva local, profundizando el sufrimiento social, y desarticulando así las bases culturales de la organización social. El silencio forma parte de una estrategia de supervivencia en las zonas de sacrificio y preserva en lo privado huellas de las vidas originarias subordinadas ante la imposición de la industria petrolera. Este silencio también dificulta la búsqueda (y alcance) de soluciones político-sociales que requieren como impulso, un mejor conocimiento sobre la correlación y atención de enfermedades producidas por la degradación ambiental en las zonas afectadas.

Encontramos en nuestro análisis que el silencio social, al relacionarlo con dispositivos institucionales, nos permite generar un indicador para caracterizar cualitativamente la vulnerabilidad social y la construcción del riesgo de manera integral. Del mismo modo con este análisis queda en evidencia la contradicción entre las interpretaciones políticas acerca de la vulnerabilidad y de las estrategias adaptativas comunitarias e individuales ante el riesgo. Ya que permanecer en un lugar contaminado no es una decisión individual o una negación colectiva del riesgo y la vulnerabilidad. Por el contrario, es una respuesta de resistencia cuando no hay alternativas que permitan superar la situación de sufrimientos acumulados en los cuerpos, el medio y la cultura.

En este último sentido, entendemos que el aporte de esta discusión se enmarca en los debates actuales impulsados por el reconocimiento del derecho humano a un ambiente sano y un buen vivir. Estos proponen repensar de manera crítica la asepsia de la definición de vulnerabilidad y de la forma de analizarla que se propone en agencias internacionales, como es el caso de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR), que omite las relaciones de poder, el fracaso institucional y la intencionalidad en los desastres (WISNER, 2016), a lo que podemos agregar que se excluye la subjetividad que proviene de las cosmovisiones culturalmente construidas y del derecho a un Buen Vivir, es decir a habitar y producir respetando armónicamente la vida en un ambiente sano, y las formas de resistencia bajo condiciones de sufrimiento.

5 Consideraciones finales

A pesar de la concientización de la sociedad actual sobre los riesgos ambientales y el desastre lento de la contaminación insidiosa, los procesos de marginalización ambiental y social continúan sin perspectiva de resolución, a menos que los cambios fundamentales en el paradigma del “progreso” se implementen en los territorios. La mediatización de la contaminación comenzó a reconfigurar la experiencia y a situarla en un continuum y la zona de sacrificio se tornó en catástrofe percibida. Su característica reconocible es la producción lenta y acumulativa de los efectos en los cuerpos, los paisajes y los modos de vivir. No siempre es factible acceder a información acerca de estadísticas de salud oficial para desarrollar correlaciones causales claras respecto de las fuentes que ocasionan síntomas de enfermedades; pero los habitantes de las comunidades pueden mencionar sus dolencias e inferir las causas y se cuenta con literatura científica que confirma los daños y patologías enunciadas.

Hemos recorrido los procesos de marginalización ambiental y social a través de la historia de vida del logko de la Comunidad Newen Kura y su familia, quienes habitan en un territorio que forma parte de las regiones hidrocarburíferas más productivas de Argentina – historia que documenta los cambios ocurridos en solo una generación, pero como culminación de un proceso histórico de desposesiones sucesivas. Se trata de un contexto de confluencia de amenazas físico-naturales y tecnológicas, visibles en un paisaje degradado y contaminado producto de más de seis décadas de implementación de proyectos extractivistas en nombre del desarrollo, que culminan hoy con la implementación de la fractura hidráulica conocida como fracking.

Si bien la presencia de la Comunidad es preexistente al Estado, la misma no necesitó iniciar registro alguno hasta que vio afectada su supervivencia. Esto se debe a que el mismo Estado, para aceptarla como interlocutor válido, le demanda a Newen Kura que obtenga la personería exigible a toda Comunidad Indígena. Ello conlleva el seguimiento de un extenso proceso burocrático iniciado en 2015 con la apertura de un acta y la aprobación del estatuto de la Lof, pero hoy continúa inconcluso. La incertidumbre se impone a través de la contradicción desde las instituciones gubernamentales, ya que el estado provincial beneficiado por el extractivismo petrolero, es quien otorga -o no- el acceso al ejercicio del derecho a poder reclamar por la tenencia legal de la tierra y por el deterioro que la explotación petrolera produce.

Los procesos sociales que van dando forma a desastres abruptos o en cámara lenta, perpetúan la vulnerabilidad a través de generar sufrimientos a los distintos grupos involucrados, que marcan profundamente la memoria colectiva del lugar. Todo ello se lleva a cabo a través de instituciones de poder económico cada vez más transnacionales, que imponen a la agenda nacional una direccionalidad a las políticas de desarrollo, que resulta contradictoria con los enfoques de cuidado ambiental y respeto por la vida. Son estas concepciones las que fundamentan, jerarquizan y naturalizan las formas de clasificación social y generalizan como convención aceptada la vulnerabilidad del “otro” a la hora de planificar la distribución y apropiación del territorio.

El trabajo etnográfico nos ha permitido explorar las experiencias de interrupciones materiales de la vida cotidiana, las alteraciones de los significados sociales y culturales de las categorías por las cuales las personas operan en sus sistemas locales. La consideración de la condición de sufrimiento en todo el proceso de degradación socioambientales aporta a la comprensión de la constitución de la condición de vulnerabilidad y a su construcción a lo largo de la historia. En este sentido el surgimiento de movimientos que reivindican cuestiones identitarias, territoriales y ambientales constituyen dinámicas sociales que visibilizan la vulnerabilidad social en el marco de los cuales, los silencios individuales se transforman en voces colectivas que pueden argumentar una posición legítima y que empieza a instalarse en el espacio de debate político y mediático.

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Notas

1 El término criollo se emplea desde la época de la colonización europea, para hacer referencia a las personas nacidas en el continente americano, pero que tener un origen europeo. También suele emplearse con connotaciones racistas y clasistas en referencia a habitantes rurales pobres. Según Casabona y Guber (en L. Bartolomé, 1983) comenzó a empelarse incluso como sinónimo de cabecita negra, hacia 1930, cuando tuvo lugar una significativa migración rural-urbana en la Argentina. La población urbana hasta entonces predominante "blanca" y de origen europeo, desplego diversos motes despectivos para denominar a quienes llegaban de pueblos del interior de las provincias del país, tomando sobre todo algunos de sus rasgos físicos, especialmente el color oscuro de la piel y del cabello. También usaban esta forma de denominación, los terratenientes con los trabajadores de sus fincas y estancias.
2 La población de Rincón de los Sauces se estima que tiene un porcentaje de crecimiento cercano al 400% desde la década de los 70 siendo una de las ciudades con mayor crecimiento de la Provincia de Neuquén (según datos suministrados por el INDEC: 1991 3.982 pobladores; 2001 10.129, 2010 19.569 y estimándose en 2015 22800, y de manera no oficial, en 2020 habría última población conocida sería de aproximadamente 28 264 habitantes - divididos entre habitantes permanentes y habitantes que circulan (RINCÓN…, [2020]). Incluso la Intendenta actual del Municipio señaló: “Rincón va a seguir creciendo, es una de las ciudades del país que más crece, un 400% en comparación con lo que se considera un aumento normal de la población, ahora hay unos 45.000 habitantes. Si bien es algo bueno crecer como ciudad, para los que estamos en el gobierno es un dato muy alarmante” (PÉREZ, 2005, sin paginación).

Notas de autor

1 Doctora en el área de Antropología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Docente del Departamento de Ciencias Antropológicas y dirigente del Proyecto Antropología del Riesgo en el Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) – Buenos Aires – Argentina. E-mail: animurgida@gmail.com.

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CÓMO CITAR (APA): Murgida, A. (2021). Vulnerabilidades e incertidumbres entre el desarrollo y el buen vivir: Riesgo social en zona petrolera. Vértices (Campos dos Goitacazes), 23(1), 16-44. https://doi.org/10.19180/1809-2667.v23n12021p16-44.

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